El diccionario de la Real Academia Española define identidad en una de sus acepciones como:
Conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás
De esta definición reflexionaremos un momento sobre el individuo como persona humana y cómo este se caracteriza del resto, intentando respondernos a unas preguntas simples: ¿cómo diferenciar un individuo del resto? ¿qué hace que dos individuos no sean idénticos? ¿qué me hace a mí diferente del resto?.
La primera pregunta es fácil:
Los atributos físicoscomo el aspecto, el color, la forma, el olor, ... pero pensemos un momento en dos hermanos gemelos, construidos a partir del mismo material genético. En teoría deberían ser idénticos, pero sabemos que con el paso del tiempo no lo serán y que lo que los diferencia no es sólo físico, sino el cómo los vemos con el paso del tiempo. Ahora pensemos en nosotros mismos en la actualidad y hace diez años, obviando los cambios físicos debidos a la edad; ¿somos la misma persona?, ¿qué ha cambiado en mí?. Entre las respuestas quizás encontremos en resumen, que con el transcurrir de los años, no nos vemos de la misma forma y no nos relacionamos con el resto de la sociedad como antaño.
Así, el conjunto de rasgos propios del que habla la definición de RAE, incluirá no sólo rasgos físicos, sino el cómo nos vemos a nosotros mismos, cómo nos ven los demás y como interactuamos con el resto de la sociedad con el paso del tiempo. De todo ello hay características que podemos controlar como nuestros hobbies, preferencias musicales, el domicilio o el estilo de vestir, otras nos vienen asignadas y poco podemos hacer, como el nombre, el número de DNI, el código postal o el número de la seguridad social, y otras tantas, sobre las que no tendremos ningún control, variarán dependiendo de nuestras relaciones sociales y condicionarán cómo nos ven el resto: simpático, aplicado, moroso, cariñoso, etc. Decir que dos individuos son idénticos es un disparate y decir que alguien es idéntico consigo mismo en un momento dado, es como no decir nada, pero habitualmente, cuando hablamos de identidad para referirnos a personas (¿es esa persona que conozco?), tendemos a pensar que el paso del tiempo apenas ha causado efectos en ella: La identidad de una persona está representada por un cuerpo físico pero no está confinada a él.
A partir de estas reflexiones se nos plantea un dilema: ¿cómo podemos reconocer a una persona?, y generalizando ... ¿qué hace que una entidad reconozca a otra entidad?. Sencillamente, la identidad que tenemos retenida de ella: Una serie de atributos memorizados que los diferencian del resto.
Cuando estamos tiempo sin ver a alguien, la reconocemos por una serie de atributos que teníamos memorizados de ella, y que la hacían diferente (incluso de su hermano gemelo si lo tuviera): Aspecto físico, forma de hablar, de moverse, de sonreír, de mirar, su carácter, los recuerdos conjuntos, etc. Es obvio que con el paso del tiempo, la persona no será la misma, pero estos atributos retenidos en nuestra memoria, nos permitirán reconocerla e identificarla.
El estado español puede reconocernos gracias a nuestro Documento Nacional de Identidad (DNI), y esto no es sino una colección de atributos (nombre, dirección, fotografía, firma, padres, sexo, edad, y un número) que permite diferenciarnos a unos de otros; pensar en el DNI de dos hermanos gemelos, donde prácticamente todo es igual excepto el nombre y el número. Igual que sucede con el DNI, sucede con nuestra tarjeta sanitaria, o el carnet de conducir: Son una colección de atributos de nosotros, que las entidades emisoras tienen retenidos y que les ayudan a identificarnos.
Nuestra relación con la sociedad provoca que nos relacionemos con nuevos individuos, de los que no conocemos absolutamente nada. En primera instancia, nuestro instinto animal nos empuja a desconfiar. Está desconfianza inicial se va transformando con el paso del tiempo, conforme vamos conociendo a esa nueva persona; podríamos decir, que vamos identificando el valor de los atributos que nos interesan en nuestra relación con ella, y aprendemos a identificarla. Luego sólo tenemos que reconocerla. Pero también sucede, que esa desconfianza inicial es menor, si nos presenta alguien conocido nuestro, como si parte del proceso de identificación que nos corresponde, lo hubiera hecho ya ese conocido nuestro, e inconscientemente lo hubiéramos delegado. Esto también sucede con el DNI, por poner un ejemplo: la primera vez que nos lo hacemos tenemos que ir acompañados de alguno de nuestros padres, y presentar mucha más documentación que cuando tenemos que renovarlo. Este documento es expedido por la Dirección General de Policía, y representa nuestra identidad ante la misma, sin embargo, con el DNI podemos sacar dinero de nuestras cuentas del banco, sin presentar la documentación bancaria, de forma que el propio banco confía en la identidad que la policía tiene de nosotros.
La imagen la he sacado del album de KatB Photography en flickr
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